sábado, diciembre 16, 2006

besos de horas extras (meses antes)

"Got put a smile upon your face" esa fue la primera cancion que escuche en la mañana, y no se quien diablos la habia puesto, pero alli estaba encajada en mi cara como un grabado de Gustavo Dore, y me acompañaba a todas partes, Yo Eduardo Santiago, o lo que quedaba de mi, daba mis ultimos pasos en Madrid, ciudad de mil leyendas, de miles historias magnificas el doble de decepciones. Un mes aqui y andaba con un acento de zetas hasta para respirar, tratando de escapar de lo que fue la peor derrota de mi vida habia comprado un ticket en clase comercial con los pocos pesos que quedaron en mi cuenta bancaria.

Ni Waterloo, ni las Termopilas, puden compararse con la batalla que se libra contra un amor que no es correspondido, y mas cuando el enemigo es uno mismo.

Con las maletas llenas de recuerdos, arte comprado en los lugares mas reconditos, un par de camisetas del Real Madrid, y tres direcciones adonde podria quedarme a vivir en caso que regresara, gracias al color que el sol de caribe y los genes de mi familia me conscedieron, partia hacia Santo Domingo, donde me esperaba una casa vacia, llena de espacio mucho espacio, unos cuantos muebles y pocos recuerdos. De vuelta a quisqueya donde me aguardaba el desempleo, los carros publicos con sus diversos aromas de gas, gasolina, obreros alergicos al agua, y un eterno verano que se superaba año tras año.


Estaba en una pintoresca fila, para dejar las maletas que seguramente no llegarian completas a Santo Domingo, pero era un riesgo que tenia que tomar me gustase o no. Lo de pintoresca se debia a los personajes que la conformaban la fila, una cuarentona con antuendos de quinceañera, acompañada de un niño que se asemejaba mas a tornado en pleno desarrollo.
Ademas de la mal acesorada señora en lo que a terminos de imagen se refiere, hacian la cola un sacerdote español, joven con ansias de ir a ayudar a un pais que no se deja cambiar, donde habitan millones que lo maldicen dia a dia, pero pobre de aquel extranjero que se atreva a hablar mal de aquella tierra. Tambien un misterioso bigoton de lentes oscuros, de uno seis pies de altura y aspecto de sicario, al cual, lamentablemente, no le puse la atencion suficiente.